dimarts, 29 de maig del 2012

INTERVINC AL DEBAT DELS ALTRES NOUS CATALANS DE LA UPEC

Aquest juliol intervinc al debat sobre els "altres nous catalans" a la Universitat Progressista d'Estiu de Catalunya.

        EL FUTUR ÉS A LES NOSTRES MANS
Vivim en un temps i un país convulsos, aprofitats per justificar l’ofec social en favor del sosteniment d’una estructura econòmica que engrandeix les diferències socials.
Es respira la desaparició de l’oposició organitzada, creix la victòria de la retòrica que nega la possibilitat de l’aparició d’un nou discurs alternatiu.
Es justifica el desmantellament del sistema democràtic, de l’estructura pública, de la pèrdua de competències i de l'ensulsiada nacional, en la por per l’endeutament promoguda per la dictadura dels mercats.
Com va dir Henry David Thoreau “Les coses no canvien; canviem nosaltres”,  i és seguint aquest pensament que defensem la crida per salvaguardar els valors de l'ètica civil republicana, perquè és en la defensa de l’estat del benestar i de la llibertat que emergeixen noves formes de fer política i afloren nous representants, recordant però, com va dir Antonio Gramsci que "les idees no viuen sense organització".

Com escriu el mestre Fontana El futur és a les nostres mans per seguir vetllant per una societat justa i democràtica.
Aquesta edició compta amb la participació de Joan Tugores, Arcadi Oliveres, Milagros Pérez Oliva, Josep Maria Terricabras, Muriel Casals, Said El Kadaoui, Josep Ma Àlvarez, Joan Carles Gallego, Gerardo Pisarello, Vicenç Navarro, Xavier Vinader, Ignacio Fernández Toxo, Pere Pons, Marina Subirats entre altres ponents

Lloc de les jornades:
Sala d’actes de Comissions Obreres de Catalunya – Via Laietana, 16 - Barcelona

Inscripcions:
*
del 29 de maig al 29 de juny a:  www.upec.cat
* del 2 de juliol al 6 de juliol: a les jornades

Cost de les jornades:
*
Assistència a totes les jornades: 10 €
* Alumnes de crèdits de lliure elecció - crèdits ECTS: 40 €

Per a més informació: info@upec.cat


DIMARTS 3 DE JULIOL
ELS ALTRES NOUS CATALANS
Said el Kadaoui Moussaoui
Psicòleg i escriptor. Autor de la novel.la Límites y Fronteras i
del llibre Cartes al meu fill, un català de soca-rel, gairebé
Fathia Benhammou
Cap de programes de la Fundació Jaume Bofill. Mestra
d'educació infantil
Najat El Hachmi Buhhu
Escriptora
Pius Alibek Hermez
Filòleg. Escriptor i restaurador
Modera: Jordi Molet
Periodista

Anar a les Jornades de la UPEC, clica
Clica aquí per veure el programa sencer

dilluns, 28 de maig del 2012

LIBRO RECOMENDADO: JORGE SEMPRÚN, "LA ESCRITURA O LA VIDA"

En este link encontraréis algunos de los libros que he disfrutado y que recomiendo encarecidamente. De cada libro os adjuntaré una frase que me parezca que tenga gancho y un artículo mío o de cualquier otro que hable de él y/o del autor. 



Frases:
" - (...) El verdadero problema no estriba en contar, cualesquiera que fueren las dificultades. Sino en escuchar... ¿Estarán dispuestos a escuchar nuestras historias, incluso si las contamos bien? (...) - Contar bien significa: de manera que sea escuchado. No lo conseguiremos sin algo de artificio. ¡El artificio suficiente para que se vuelva arte! (...) - El otro tipo de comprensión, la verdad esencial de la experiencia, no es transmisible ... O mejor dico, sólo lo es mediante la escritura literaria".




Entrevista:Jorge Semprun | ENTREVISTA 
"Sin memoria, yo no existiría"

Es un militante de la memoria. Sus recuerdos guardan la historia reciente de España y de todas las vidas que ha vivido. Este intelectual español y francés sigue escribiendo para no olvidar.

Este hombre es memoria. Pura memoria.
En La escritura o la vida, Jorge Semprún cuenta su experiencia como deportado 44.904 en el campo de concentración de Buchenwald, en la Alemania de Hitler. "Todo me había ocurrido, ya nada podía sucederme. Nada sino la vida, para devorarla con avidez".
Cuando se produjo la liberación, este joven, que sólo tenía 22 años y ya había sido resistente en Francia contra la Gestapo, bebió, bailó, corrió caminos hasta volver a París. Empezó a devorar la vida, y la devoró a veces con pasión y con placer, y a veces con melancolía, jamás con el sentimiento de la derrota.
Exiliado español, huérfano de madre muy pronto, hijo de un católico que había preferido la República, nieto de Antonio Maura, abrazó la diáspora mientras estaba en Biarritz, de vacaciones con su padre, y luego fue, en los años cincuenta, un comunista que desafió a Franco en España (durante un tiempo, en casa del poeta Ángel González) con el nombre de Federico Sánchez. Luego fue expulsado por Santiago Carrillo del Partido Comunista de España, junto a Fernando Claudín, y siguió abrazando la escritura y la vida; fue guionista de muchas películas célebres, algunas de las cuales las hizo con Alain Resnais, Costa-Gavras y casi siempre con Yves Montand; noveló su vida y otras vidas (El largo viaje, La segunda muerte de Ramón Mercader, Aquel domingo, Autobiografía de Federico Sánchez), y fue ministro de Cultura con Felipe González entre 1988 y 1991.
Felipe le llamó un día, le dijo que le divertía imaginar que los que le persiguieron largo tiempo, le guardaran ahora, y le confió un sitio en el Consejo de Ministros. La vivienda que le asignaron estaba al lado de la casa donde vivió su infancia, muy cerca de la casa de su abuelo. Un día le llevaron al domicilio de Antonio Maura, muchos años después, ya siendo ministro, y fue él quien guió, con una memoria que no ha conocido altibajos, los pasos de los que pretendían enseñarle el sitio de sus correrías de chico. "Aquí estaba la cama, aquí la mesilla, aquí tenía las pantuflas el abuelo".
Con esa minuciosidad de orfebre de la memoria sigue contando Semprún, a sus 84 años, sus andanzas y también sus conversaciones. Le hablamos de un contemporáneo: "Sí, la primera vez que le vi, él estaba vestido con una chaqueta verde, ¡verde para aquellos tiempos! Y estábamos en el café Varela, en Madrid; también estaba Pepe Hierro...". Sus memorias alcanzan una intensidad especial, emocionante, en ese libro que citamos al principio, La escritura o la vida (Tusquets, como casi toda su obra), donde acaso reempieza su biografía, donde renace Semprún con su propia identidad, despojado del pavor encerrado de la guerra que hizo Hitler.
Ahí hay un párrafo que acaso complementa esa decisión de "devorar" la vida, y que se produce enseguida que sale a la calle, liberado: "Mi cuerpo se relajó. Me acordé de que éramos libres. Una especie de violenta felicidad me invadió, un estremecimiento de toda el alma. Me acordé de que tenía proyectos para ese día que comenzaba".
Tenía proyectos para ese día, tuvo proyectos siempre. Ahora, cuando le vemos en París y él acaba de perder a su mujer, Colette, Jorge Semprún, que sufre ligeros achaques de salud, sigue teniendo proyectos: escribe más memorias, una novela en preparación y alterna unos ensayos políticos con ciertas reflexiones personales. Da un manotazo sobre la mesa, como descartando la posibilidad, cuando se le dice que a él, que ha sido premiado en París, en Francfort y en Jerusalén, alguna vez tendrían que premiarle en este país, en el que sirvió como soldado de frentes políticos y civiles; habla en voz baja de los que devinieron enemigos suyos (Carrillo: ésta es una voz de su diccionario tachado); come con apetito en un viejo bistrot del que tiene una memoria nítida, y eso que estuvo en él hace treinta años.
Le encontramos en su casa, a mediodía, un día de huelga casi general en París; vestía con uno de esos suéteres grises de cuello alto que son habituales en su indumentaria. Surgió desde el piso de abajo, y ocupó una mesa redonda, grande, en su dúplex, junto a la cocina. Acostumbrado ahora a ser la mitad restante de la casa, sigue conservando, a pesar de los años y de la biografía, a pesar de cierta melancolía que inevitablemente hace caer sus párpados hacia el suelo, la vitalidad, animado a seguir, "aunque la procesión vaya por dentro". Educado (primero en alemán, después en francés) para ser un europeo pudoroso y discreto acerca de lo que hay dentro de su corazón, ha escrito algunas de las páginas autobiográficas más abiertas de su generación civil y política. Como André Malraux "un referente que a veces parece incluso el modelo de su hoja de ruta, como militante y como escritor", ha estado toda su vida buscando "la región crucial del Alma donde el Mal absoluto se opone a la fraternidad".
Pero eso no lo ha hecho como un teórico, sino exactamente como un militante. ¿Militante hoy? "Sí, de la memoria". Aún sueña con algunos hechos de su vida, y el más recurrente le sitúa, junto a Claudín, venciendo en su lucha contra Carrillo, en el PCE. Luego se despierta, y sigue viviendo, devorando, como puede, la vida. En su casa, rodeado de cuadros (algunos de ellos, de su gran amigo Eduardo Arroyo) y libros, sobre todo de arte, Semprún se pregunta: "¿Y de qué quieres hablar? Si ya lo he dicho todo". De la infancia; queríamos hablar de la infancia, sobre todo, ochenta años después.
Volvamos a La escritura o la vida. Ahí hay una frase que usted le dice a un compañero de la Resistencia, cuando van a apresar a un alemán. Y el alemán se pone a cantar.
Sí, canta La paloma en alemán. Y yo me quedo paralizado.
Y su compañero se asusta. Sí, me pregunta: ¿qué te está pasando?, o algo así.
Y usted le dice: "Me está pasando 'La paloma'. Eso es todo. La infancia española que me golpea en pleno rostro" . Sí, eso ocurrió entre 1943 y 1944. Y estábamos en una emboscada

dimecres, 23 de maig del 2012

RECOMIENDO HANIF KUREISHI, EL BUDA DE LOS SUBURBIOS

En este link encontraréis algunos de los libros que he disfrutado y que recomiendo encarecidamente. De cada libro os adjuntaré una frase que me parezca que tenga gancho y un artículo mío o de cualquier otro que hable de él y/o del autor.




FRASE: "Mi nombre es Karim Amir y soy un inglés de los pies a la cabeza, casi". (Es uno de los arranques de novela que más me gusta).


(Esta vez nos adjunto la crítica del libro. Os adjunto un escrito del autor publicado en Babelia que a mi me encandiló. Es un grandísimo escritor y podría ser tu amigo).
Inteligente e ingenioso, siempre anárquico, maldito, rebelde, el pop es una forma de identificación poco corriente, basada en la creatividad. Hanif Kureishi afirma en este texto, escrito para Babelia, que su música ha sido la fuerza cultural más significativa y liberadora desde hace décadas.

Dedicación al placer

HANIF KUREISHI (20/12/2008)
Inteligente e ingenioso, siempre anárquico, maldito, rebelde, el pop es una forma de identificación poco corriente, basada en la creatividad. Hanif Kureishi afirma en este texto, escrito para Babelia, que su música ha sido la fuerza cultural más significativa y liberadora desde hace décadas
  La semana pasada llevé a mis hijos gemelos de 13 años a ver a los Black Keys en el Empire de Shepherd's Bush. Los Keys son dos estadounidenses, uno en la batería y otro en la guitarra, que hacen un ruido magnífico, impresionante y espectacular.
Esa tarde, mis hijos estaban cansados del día en el colegio; les preocupaba no tener tiempo de hacer sus deberes de francés y que eso les supusiera problemas al día siguiente.
"Mira que dejar de hacer los deberes por un grupo de rock", rezongué. "Tendréis que hacerlos mañana en el autobús".
Luego, sin darle mucha importancia, pregunté a uno de ellos qué se le daba mejor en el colegio. "No te preocupes, papá", me contestó, reflexivo. "Soy el más guapo".
 El pop continúa representando las voces de los que normalmente no son escuchados y, como tal, sigue teniendo algo de subversivo y obsceno
Los chicos, que pasan de la mayoría de las cosas de adultos, se mostraron fascinados por el espectáculo. Les pareció una noche "de morirse" y se dedicaron a observar con atención al guitarrista y al batería, y a comentar entre sí lo que hacían los músicos. Podría haber sido la típica experiencia de concierto de rock: moquetas pegajosas, la cisterna del retrete goteando sobre la cabeza, la gente quitándote el asiento, el aburrimiento y los nervios de esperar a que apareciera el grupo, el dolor de cabeza posterior. Pero durante el concierto recordé una frase de Jann Wenner, el fundador de la revista Rolling Stone, que en una ocasión dijo algo así: "Me di cuenta de que la gente de más talento de mi generación estaba dedicándose a la música, así que yo hice lo mismo".
 Como le ocurría al 'music hall', sus principales cualidades son la vulgaridad, la ingenuidad y el exhibicionismo

Wenner estaba reconociendo la verdad, algo que he sabido desde que era adolescente. La música ha sido la fuerza cultural más interesante, significativa, liberadora y sexualmente atractiva de mi época, y la gente más viva, dotada y seductora se ha dedicado a ella. Por desgracia para los que son tímidos y carecen de talento.
Ahora, 40 años después de Sergeant Pepper, Tony Blair no es el único que rasguea su Stratocaster en las tardes del fin de semana. Una buena parte de la población masculina mayor de 40 años está aprendiendo a tocar Samba pa ti. Acomodados y ya en retirada, estos hombres despistados pueden dedicar ahora mucho tiempo a las tiendas de música de Denmark Street y a practicar sus fraseos.
Un amigo mío, escritor de éxito, ensaya con su grupo todos los lunes desde hace 10 años. Hace poco organizó una sesión con mis hijos y les enseñó a tocar canciones de los Clash mientras ellos le explicaban quiénes son The Feeling.
Este hombre tiene muchas dudas, e incluso cosas de las que arrepentirse. "¿No crees", me dice en serio, casi lamentándose, "que habría podido estar en un grupo profesional, quizá tocando el bajo? No soy Hendrix, pero toco tan bien como muchos que sí lo han logrado".
Como la mayor parte de las personas de mi generación, he pasado más tiempo escuchando música que leyendo. El pop es la forma cultural que comparto con la mayoría de mis amigos y, desde luego, según estoy descubriendo, con mis hijos.
Afortunadamente, después de escuchar hip-hop durante un par de años, mis hijos se pasaron al rock estadounidense y luego al pop y el rock británicos. Yo volví a interesarme por la música a través de ellos. Si no, a estas alturas me daría un poco de vergüenza que me gustaran The Kooks y The Streets, porque parece que ya soy demasiado viejo para eso.
Cuando el music hall murió, después de la II Guerra Mundial, y reapareció encarnado en los programas de variedades de televisión, la música pop ocupó su sitio en los escenarios de los viejos teatros. Durante mis 50 años de vida, este país ha producido sin cesar enormes cantidades de música de gran calidad, además de absorber y reinterpretar la música norteamericana y empapar a sus jóvenes de las actitudes desconfiadas que la acompañan.
El pop es el grito del intruso que se dirige sin restricciones a una gran audiencia, ha contribuido más a rehacer la identidad británica que cualquier otra forma, y todavía sigue lleno del espíritu del punk.
La música británica siempre ha sido una mezcla en todos los sentidos. Es una forma democrática y es multicultural; es negra y asiática, de clase obrera, de clase media, gay y lesbiana. Si hablo con mis hijos de todo esto, es porque también es su historia y algo que les gustaría saber y que incluso seguramente deberían saber, como educación alternativa.
El compromiso y el fervor actuales de los que poseen creencias religiosas son desconcertantes, impresionantes y temibles, y hacen que nos preguntemos en qué creemos nosotros. Nuestra falta de una fe así puede quizá avergonzarnos ligeramente. Sin embargo, si ese tipo de compromisos está más o menos fuera de nuestro alcance, hay otros que no lo están, aunque son menos tangibles y autoritarios, menos programáticos y más relacionados con los sentimientos y la capacidad de expresarnos.
Ahora bien, lo que construye una identidad -tal vez la parte más importante de ella- es tal vez algo que, como decía The Who, uno "no puede explicar", que está más allá del refinamiento del lenguaje.
El pop continúa representando las voces de los que normalmente no son escuchados y, como tal, sigue teniendo algo de subversivo y obsceno. El olor del sexo barato, las drogas y el alcohol, la desesperación y la gente que enloquece, nos recuerdan que el pop tiene que ver, en definitiva, con las cosas más profundas y más importantes: el disfrute anárquico y el placer corporal.
A diferencia de casi todas las artes, que se vuelven excesivamente sofisticadas a medida que evolucionan, el pop sigue siendo sencillo y directo. Como le ocurría al music hall, sus principales cualidades son la vulgaridad, la ingenuidad y el exhibicionismo.
Por suerte, eso es algo prácticamente imposible de articular ni de enseñar. Pensemos en nuestra reciente furia por definir lo británico, para estamparlo en las psiques de los aspirantes a nacionalizarse e impedir que se conviertan en terroristas. Podríamos hacer que los inmigrantes recién llegados se sienten en unas cabinas con auriculares y expliquen por escrito la letra de [la canción de The Beatles] I am the Walrus.
La Gran Bretaña del pop es el país que comprendo y que me gusta, en parte porque su música nunca se ha domesticado del todo. El pop, ni provinciano ni patriótico, es una forma de identificación poco corriente, que no se basa en el odio, sino en la creatividad.
Al contrario que las identificaciones basadas en la religión o en el amor al Estado o a su líder, el pop es algo en perpetua transformación, siempre anárquico, maldito, rebelde, inconformista. Es inteligente e ingenioso, una permanente descripción irónica de la vida británica contemporánea.
Hanif Kureishi (Londres, 1954) es autor, entre otros libros, de El buda de los suburbios, Mi oído en su corazón, El regalo de Gabriel, Intimidad y Soñar y contar, editados en Anagrama, que el próximo mes de marzo publicará su novela Algo que contarte. www.hanifkureishi.com. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

Link artículo en El País

OTROS LIBROS QUE RECOMIENDO:
LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO, DE VARGAS LLOSA
"X" DE PERCIVAL EVERETT
EL MAL ÁRABE, DE MONCEF MARZOUKI

diumenge, 20 de maig del 2012

VÍDEO SOBRE "LÍMITES Y FRONTERAS", EL MEU PRIMER LLIBRE

Us he parlat molt del llibre que vaig treure fa un any, "Cartes al meu fill", però recupero ara aquesta entrevista de Gavà TV sobre la meva novel.la "Límites y fronteras" publicada fa tres anys. Una novel.la que aborda els conflictes de la identitat, la migració i els laberints de la ment humana.



dimecres, 16 de maig del 2012

MOHAMED, GAY Y DE L'HOSPITALET

Si en Cataluña fuéramos todos empresarios ricos, catalanes de pura cepa y algunos barrios de Barcelona y otras ciudades del área metropolitana no existieran, si los homosexuales aceptaran su condición de desviados y se trataran para pasar a formar familias tradicionales de toda la vida y si  los inmigrantes y sus hijos se dedicaran a ser el servicio doméstico y a no exigir nada más que la subsistencia, en Catalunya ganaría Duran i Lleida. Es más, reinaría Duran i Lleida.

(Ara que hem sabut que en Duran i Lleida torna a ser el màxim dirigent d'Unió Democràtica - sembla que el seu és un mandat ad aeternum- comparteixo amb vosaltres aquest article que vaig escriure ja fa un temps - en plena campanya electoral de les darreres eleccions generals de l'estat- i que no vaig arribar a publicar al desaparegut diari Público)

Saïd El Kadaoui. Psicólogo y escritor.
             A pesar de saber y asumir resignadamente que cuando estamos en campaña electoral la complejidad deja paso al estereotipo, me ha causado cierta perplejidad escuchar al candidato de CIU, el  señor Josep Antoni Duran i Lleida, decir las cosas que ha dicho.
            Para criticar el PER (Plan de Empleo Rural), cosa más que legítima, lo hizo acudiendo al estereotipo del andaluz holgazán y denigró a los jornaleros de esta comunidad diciendo que “reciben el PER para pasar una mañana o toda la jornada en el bar del pueblo”.
            En cuanto al archiutilizado tema migratorio, primero que había demasiados inmigrantes, segundo que tenían un rendimiento escolar bajo y tercero que perjudicaban a la persona humilde que se ve obligada a compartir barrio y colegio con  ellos.
            Olvida decir que al llegar al gobierno de la Generalitat de Cataluña, CIU, aparcó una de las mejores iniciativas de estos últimos años. La ley de Barrios, cuyo objetivo era la dignificación de los barrios, la creación de espacios compartidos y la contribución a erradicar los guetos.
            Recordar también que en la anterior legislatura se firmó, con la participación de CiU ,el Pacte Nacional per la immigració (Pacto nacional por la inmigración), donde, entre otras cosas, los partidos firmantes se comprometían a no utilizar este tema tan sensible con fines electorales. Nada de esto se ha cumplido. En esta misma campaña, el señor Duran i Lleida también ha mostrado su preocupación porque en Cataluña estaban naciendo más Mohamed que Jordi o José. Una información falsa, que cualquiera puede comprobar acudiendo a los datos del Institut Oficial d’Estadística de Catalunya (Instituto Oficial de Cataluña),  pero que igualmente deja entrever la idea de Catalunya de Duran i Lleida y de una parte importante de convergencia i Unió. El nacimiento de los hijos de los inmigrantes desnaturaliza, lo dijo con estas mismas palabras en la anterior campaña electoral, el país.

            En una entrevista concedida a la revista Vanity Fair, defendió el derecho de cualquier persona a acudir al psicólogo para cambiar su orientación sexual. Unas palabras que abrían la puerta a diferentes interpretaciones si no fuera ya conocida su posición. Todo el mundo recuerda que en el 2010, criticó al Departamento de Salud de la Generalitat por haber abierto un expediente informativo a la Policlínica Tibidabo para esclarecer si trataba la homosexualidad como una enfermedad. Es decir, tenemos a otro sector de la población, amplio, tan amplio como para que desde su propia coalición haya recibido duras críticas de militantes homosexuales y de otros integrantes de su lista electoral. Mercè Pigem y Carles Campuzano, números 3 y 4 respectivamente de su candidatura escribieron en sus twiter que las listas convergentes están llenas de homosexuales.
            Y la perla, a mi juicio. En una conferencia para empresarios en el Círculo Ecuestre de Barcelona dijo que “ Cataluña no es sólo vosotros. Ni Vic es lo que era, es muy diferente. Hay Nou Barris  y l’Hospitalet. Y por lo tanto al final sale lo que sale”.
            Resumiendo:  Si en Cataluña fuéramos todos empresarios ricos, catalanes de pura cepa y algunos barrios de Barcelona y otras ciudades del área metropolitana no existieran, si los homosexuales aceptaran su condición de desviados y se trataran para pasar a formar familias tradicionales de toda la vida y si  los inmigrantes y sus hijos se dedicaran a ser el servicio doméstico y a no exigir nada más que la subsistencia, en Catalunya ganaría Duran i Lleida. Es más, reinaría Duran i Lleida.
            No parece muy serio. Por suerte, los catalanes sabemos que, muy a pesar suyo, Cataluña no es  Él.  Cataluña tiene infinidad de voces.
Es más, debe de haber ya catalanes que se llamen Mohamed, que son gays y que viven en l’Hospitalet. ¡Y que votan!

dimarts, 15 de maig del 2012

RECOMIENDO "LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO" DE VARGAS LLOSA

En este link encontraréis algunos de los libros que he disfrutado y que recomiendo encarecidamente. De cada libro os adjuntaré una frase que me parezca que tenga gancho y un artículo mío o de cualquier otro que hable de él y/o del autor.


Frase: "Las ciencias progresan, como las técnicas, aniquilando lo viejo, anticuado y obsoleto, para ellas el pasado es un cementerio, un mundo de cosas muertas y superadas por los nuevos descubrimientos e invenciones. Las letras y las artes se renuevan pero no progresan, ellas no aniquilan su pasado, construyen sobre él, se alimentan de él y a lavez lo alimentan, de modo que apesar de ser tan distintos y distantes, un Velázquez está tan vivo como Picasso y Cervantes sigue siendo tan actual como Borges o Faulkner"
(Este artículo de Jorge Volpi complementa muy bien la lectura del libro. Introduce algunos matices, critica algunas de las afirmaciones y creencias de Vargas Llosa que encuentro muy sugerentes).

El último de los mohicanos

En 'La civilización del espectáculo', Vargas Llosa acierta al diagnosticar el final de una era: la de los intelectuales como él. Parece añorar los buenos tiempos en que una élite —justa e ilustrada— conducía nuestras elecciones

Jorge Volpi
 El último sabio de la tribu recorre el campo de batalla. Ante su mirada comparecen los árboles troceados, las cabañas incendiadas, los cuerpos exangües, los restos del pillaje y el saqueo, y no contiene su furia. Levanta los brazos y, con voz de trueno, impreca contra los bárbaros que han transformado al mundo en un páramo sin sentido. Con un nudo en la garganta, sigue su camino, consciente de que sus días están contados y de que —ay— ya nadie atiende sus consejos. Su nostalgia le impide recordar que, no hace tanto, sus palabras animaron la batalla. En La civilización del espectáculo (2012), Mario Vargas Llosa se suma a la abultada lista de hombres de letras que, hacia el ocaso de sus días, se lamentan por la triste condición de su época. Si él no hubiese sido uno de los novelistas más portentosos y arriesgados del siglo XX —en muchos sentidos, el más joven—, recordaría al Sócrates que, en el Fedro, ruge contra la aparición de la escritura. Aunque a veces su tono moralista sea el de un héroe en el retiro, su voz mantiene la lucidez de sus mejores textos, aunque al final la ideología, más que los años, estropee algunas de sus conclusiones.
¿De qué se lamenta Vargas Llosa? De todo. Del estado actual de la cultura y la política, de la religión e incluso del sexo. Según él, todas estas vertientes de lo humano han sido pervertidas por la gangrena de la frivolidad. Ésta consiste “en tener una tabla de valores invertida o desequilibrada en la que la forma importa más que el contenido, la apariencia más que la esencia y el desplante —la representación— hacen las veces de sentimientos e ideas”. La frivolidad, pues, como causa de que la cultura haya desaparecido; de que los políticos se hayan vuelto inanes o corruptos; de que el arte conceptual sea un timo; y de que hayamos extraviado el erotismo. Por su culpa, vivimos en la civilización del espectáculo: una era que ha perdido los valores que separaban lo bueno de lo malo —en sentido ético y estético— y donde, al carecer de preceptores, cualquiera puede ser engañado por mercachifles.
Bajo esta justa invectiva contra el carácter banal —y venal— de nuestros días, Vargas Llosa parece añorar los buenos tiempos en que una élite —justa e ilustrada— conducía nuestras elecciones. Según él, la existencia de una auctoritas permitió el desarrollo de la cultura gracias a que un pequeño grupo de sabios, cuya influencia no dependía de sus conexiones de clase sino de su talento, señaló el camino a los jóvenes. (¿Quiénes serían esos aristócratas sin vínculos con el poder?) La consecuencia más perniciosa de la rebelión estudiantil de 1968 fue destruir la legitimidad de esa élite, provocando que toda autoridad sea vista como sospechosa y deleznable. Y, a partir de allí, le déluge.
 El de Vargas Llosa es un vehemente elogio de la aristocracia (en el mejor sentido del término). No deja de ser curioso que alguien que se define como liberal —invocando una estirpe que va de Smith, Stuart Mill y Popper a Hayek y Friedman—, se muestre como adalid de una élite cultural que, en términos políticos, le resultaría inadmisible: un mandato de sabios, semejante al de La República, resulta más propio de un universo totalitario como el de Platón que del orbe de un demócrata. Por supuesto, Vargas Llosa no admite la paradoja: a sus ojos, su lucha contra al autoritarismo político —de Castro a Chávez, pasando por Fujimori—, no invalida su defensa de la autoridad en términos culturales porque ésta se demuestra a través de las obras.
Reluce aquí la fuente de su malestar: si el respeto a la élite cultural se desvanece, los parámetros que permiten distinguir las obras buenas de las malas —y a los autores que merecen autoridad de los estafadores— se resquebrajan. En un mundo así, ya no es posible confiar en nadie, ni siquiera en un Premio Nobel. Las masas ya no siguen a los sabios y, en vez de escuchar una ópera de Wagner o leer una novela de Faulkner, se lanzan a un concierto de Lady Gaga o devoran las páginas de Dan Brown. Para Vargas Llosa, no lo hacen porque les gusten esos bodrios, sino porque dejaron de hacer caso a los happy few que, a diferencia de ellos, poseían buen gusto. Vista así, la cultura —esa cultura— desaparece. Y se impone el cáos.
Vargas Llosa no es, por supuesto, el primero en entristecerse al ver un estadio lleno para Shakira cuando sólo un puñado de fanáticos asiste a un recital de Schumann pero, en términos proporcionales, nunca tanta gente disfrutó de la alta cultura. Nunca se leyeron tantas novelas profundas, nunca se oyó tanta música clásica, nunca se asistió tanto a museos, nunca se vio tanto cine de autor. El novelista acepta esta expansión, pero 

dimarts, 8 de maig del 2012

RECOMIENDO "EL MAL ÁRABE" DE MONCEF MARZOUKI

En este link encontraréis algunos de los libros que he disfrutado y que recomiendo encarecidamente. De cada libro os adjuntaré una frase que me parezca que tenga gancho y un artículo mío o de cualquier otro que hable de él y/o del autor.
 Frase: "Nosotros, los árabes, vivimos actualmente una etapa crucial de nuestra historia. Los regímenes de un hombre único, de un partido único y de una ideología única, aunque se presenten bajo la máscara de una falsa democracia, ya han muerto en nuestras conciencias y en nuestros corazones, toda nuestra nación los rechaza con vehemencia, y ya está suficientemente madura para instaurar un auténtico régimen democrático"
(Libro: El Mal árabe. Entre dictaduras y los integrismos. La democracia prohibida. Moncef Marzouki)
Saïd El Kadaoui
Psicólogo y escritor
Ilustración de Enric Jardí

El pasado domingo, a seis días de que se cumpliera un año de la inmolación de Mohamed Bouazizi, el hombre que prendió la mecha de lo que hoy conocemos como la Primavera Árabe, la Asamblea Nacional Constitucional (ANC) -Parlamento provisional- tunecina aprobó por mayoría una Constitución provisional que regula las tres prerrogativas de las tres presidencias del país (República, Gobierno y Asamblea) y de las instituciones.
Y el lunes, los parlamentarios eligieron para la Presidencia de la República al doctor Moncef Marzuki, profesor de Medicina, político y escritor, fundador de la Liga Tunecina de los Derechos Humanos, opositor conocido al régimen dictatorial de Ben Alí y fundador en Francia, el país de su exilio, en 2001 del partido político Congrès Pour la Republique (CPR), con el que ha concurrido a las elecciones libres celebradas en Túnez el 23 de octubre de este año, con el que ha obtenido 29 escaños y se ha convertido en la segunda fuerza política más votada tras el partido islamista Al Nahda, claro vencedor de dichos comicios con 89 escaños.
Es decir, un laico, histórico opositor del anterior régimen dictatorial de Ben Alí, será el segundo cargo más importante del país y actuará de contrapeso al Movimiento Al Nahda, partido islamista cuyo secretario general, Hamadi Yabali, será el primer ministro.
El azar ha querido que al acceso a la presidencia de Marzuki coincida con la aparición de la traducción al castellano de uno de sus libros más importantes: El Mal árabe. Entre las dictaduras y los integrismos. La democracia prohibida (Asimétrica editorial). A pesar de haberse publicado en su versión francesa original en 2004, no es en absoluto un libro desfasado. Al contrario, mantiene su vigencia y en él se auguraban hechos que hemos podido constatar muy bien en este año de levantamiento del mundo árabe. En él, Moncef Marzuki afirmaba que la democracia no es la panacea. No arregla de forma mágica los problemas sociales y económicos. Pero es la condición necesaria para que se produzca el cambio tan prometido y esperado.
Su formación médica hace que dé una importancia capital al diagnóstico de la patología para después acertar el tratamiento. Trata de aplicar este mismo proceder en su condición de intelectual y político y es, a mi juicio, un buen clínico social. Leer su libro nos permite ver que se esforzó en elaborar un diagnóstico exhaustivo de la situación política y social no solamente de Túnez, sino del mundo árabe en general y que se atreve también a proponer el tratamiento que según él necesita recibir. Ahora tiene la oportunidad de participar en la administración de este tratamiento.
En cuanto al diagnóstico, él afirmaba que los dictadores árabes -con sus ademanes megalómanos, su forma de proceder inicua, su propaganda primitiva, su corrupción escandalosa, sus elecciones falsas, su ejército de torturadores y sus jueces- forman parte del pasado. La cuestión, añadía, es saber quién va a reemplazar estos regímenes de otro tiempo. Y concluía que todo parece indicar que el escogido va a ser el islamismo. Cosa que, efectivamente, ha sucedido tanto en Túnez como en Egipto tras la celebración de las elecciones.
Buscar lo plural detrás de lo singular es imprescindible para realizar un análisis exhaustivo de todo problema. Todos los musulmanes, afirma, no son islamistas ni todos los islamistas son talibanes. Él distingue siete formas de islamismo, de los que yo destacaré cuatro que me parece explican bien nuestros días. El islamismo yihadista, bien representado por Al Qaeda; el islamismo de Estado, una ideología contrarrevolucionaria y de poder absoluto, cuyo mejor representante es Arabia Saudí; el islamismo conservador, bien representado por los Hermanos Musulmanes en Egipto; y el islamismo modernista. Uno de sus representantes es, precisamente, Ghanouchi, el líder del Movimiento Al Nahda, cuyo objetivo, según él, es reconciliar el Islam con su siglo (esperemos que efectivamente sea así. Ahora tendremos ocasión de comprobarlo). Dicho en otras palabras, suyas también: el islamismo va desde Erdogan (primer ministro de Turquía) hasta los talibanes.
La historia va a poner a prueba su diagnóstico y, especialmente, el tratamiento que propone administrar y que consiste entre otras cosas en incluir a los islamistas en el juego democrático. La democracia árabe, afirma, no se hará en contra del Islam, sino con él, más exactamente con sus representantes más abiertos que son a la vez la esperanza del Islam y de la democracia. Y concluía que la apuesta se ganará haciendo acceder al poder a fuerzas políticas diversas obligadas a llegar a acuerdos. Este es el caso tras la celebración de las elecciones tunecinas donde se ha producido la alianza en los tres partidos mayoritarios. Los ya citados Al Nahda y el CPR más el partido Takatol que obtuvo 20 escaños.
Los islamistas han sabido ejercer de verdadera oposición a estos regímenes brindando apoyo, y por supuesto inoculando ideología, a las clases más modestas -es decir, a la mayoría de la población árabe actual- y es lógico que sean ellos los que más se beneficien de unas elecciones libres, nos guste o no (yo, por supuesto hubiera preferido otro resultado).
Una de las características de la democracia que más valora el nuevo presidente de Túnez es la alternancia en el Gobierno. Esperemos que esta Constitución provisional y, especialmente la que se redacte de aquí a un año, favorezca esta alternancia.
Link artículo en diario Público

OTROS LIBROS RECOMENDADOS:
"X" DE PERCIVAL EVERETT

dimecres, 2 de maig del 2012

RECOMIENDO ESTE LIBRO: "X", de PERCIVAL EVERETT

En este link encontraréis algunos de los libros que he disfrutado y que recomiendo encarecidamente. De cada libro os adjuntaré una(s) frase(s) que me parezca que tenga(n) gancho y un artículo mío o de cualquier otro que hable de él y/o del autor.
clica aquí para abrir X, de Percival Everett

FRASE QUE ME GUSTA DEL LIBRO:
             - Creo que es una lectura perfecta para el verano.
            - Sí, los blanquitos que lo lean en la playa se lo pasarán bomba."
Y os adjunto un artículo mío en el diario en el diario Público comentando "X" de Percival Everett
El otro
Saïd El Kadaoui
Psicólogo y escritor
Ilustración por Federico Yankelevich
–Lo que siempre dicen es que
no eres lo bastante negro –me dijo mi agente.
–¿Qué significa eso Yul? ¿Cómo saben siquiera que soy negro?
¿Eso qué más da?
–Esto ya lo hemos hablado.
Lo saben por la fotografía de tu primer libro. Lo saben porque te han visto. Lo saben porque eres negro, por el amor de Dios.
–Y entonces, ¿qué?
–¿Hago que mis personajes lleven un peinado a lo afro y se digan negro esto, negro lo otro para complacer a esa gente?
–Daño no te haría.
X, la novela de Percival Everett, de donde extraigo este diálogo, es a la ficción lo que Orientalismo de Edward Said es al ensayo. Las dos obras nos cuestionan toda nuestra conceptualización del otro. Lo que cambia es el otro escogido. El negro, el primero; y el oriental (musulmán, especialmente), el segundo. Nos ponen ante el reto de cuestionarnos toda una serie de prejuicios que tenemos bien asimilados.
Jorge Semprún, en su libro La escritura o la vida recuerda cómo junto a otros compañeros del campo de concentración se planteaban cómo contar aquello vivido. El verdadero problema no estriba en contar, cualesquiera que fueren las dificultades, sino en escuchar. ¿Estarían dispuestos a escuchar nuestras historias, incluso si las contáramos bien? –se plantea uno de estos compañeros– . Contar bien, dice él, significa narrar de manera que se sea escuchado y eso no se consigue sin algo de artificio. El artificio suficiente para que se vuelva arte.
A Jorge Semprún le gustaba la siguiente aseveración de Boris Vian : “Todo es verdad porque me lo he inventado todo”.
Es un tanto arriesgado afirmar que la ficción es más real que la vida misma, pero puesto que lo sugiere Semprún parece menos imprudente por mi parte. Porque yo también lo creo.
X es la historia de Monk Ellison, escritor negro cuyo problema es no ser lo bastante negro para el gusto del mundo editorial. No escribe historias sobre negros hijos del gueto y no utiliza un lenguaje “descarnado” y “auténtico”. Cansado de esta situación, escribe una parodia de novela donde convierte en personajes buena parte de los prejuicios que se tiene respecto a los negros. Para su sorpresa es tomada en serio y muchos de sus colegas de profesión hacen críticas elogiosas destacando su autenticidad, su lenguaje descarnado, su frescura, su energía e incluso uno de ellos llega a aseverar que es una de las novelas afroamericanas más potentes que se han escrito en mucho tiempo.
Como afirma Everett, que algo debe de compartir con este escritor ficticio que construye, el problema de este tipo de relatos es que trabajan con estereotipos incluso o especialmente cuando se proponen no hacerlo.
Las críticas antes citadas no son muy diferentes a otras que se han dedicado a novelas de autores que pertenecen a otras comunidades. Muchas de ellas sacan a relucir de forma un tanto paternalista la importancia de la oralidad, el trato peculiar del lenguaje, la escritura descarnada, etc. Incluso buenas novelas como Boda junto al mar, de Abdelkader Benali; La maravillosa vida breve de Óscar Wao, de Junot Díaz; o Tigre blanco, de Aravind Adiga (y cito estas como podría citar muchas otras) no han contribuido a dar una imagen compleja del otro. Muy al contrario, lo confinan en exactamente aquello que nuestro imaginario colectivo le otorga. Abonan una imagen estereotipada del marroquí, del latino y del indio respectivamente. Por supuesto, una parte de la realidad, pero, obviamente, no toda.
Si buena parte del discurso de la ficción aún no nos devuelve una imagen total del otro, el de la vida real es mucho peor. En Catalunya, desde donde escribo este artículo, la periodista y expolítica Pilar Rahola ha encendido la polémica al opinar que la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, peca de buenista al abrir la posibilidad de que los marroquíes residentes en España voten en las próximas elecciones municipales. Según sus palabras, es entre la población marroquí donde abundan imanes integristas que potencian la idea de redactar leyes paralelas a las democráticas para poder vivir en tierra occidental. De sus palabras se deduce que con el otro –en este caso el marroquí– hemos de tener una actitud de sospecha preventiva. Por si acaso, no dejemos que vote ninguno.
Debería entender que no pueden pagar justos por pecadores y que su discurso, lo quiera o no, es intelectualmente muy pobre y claramente xenófobo. Una xenofobia que cada día es más transversal puesto que ya ha dejado de pertenecer exclusivamente a los partidos de extrema derecha. Los ejemplos podrían ser muchos. El otro siempre es el otro y hay que actuar con él de forma distinta aunque esto vaya en contra de los valores que supuestamente defendemos.
Quizás deberíamos aprovechar el levantamiento de los árabes para derrocar a los sátrapas que los gobiernan y que ha despertado la simpatía de buena parte del mundo y el terrible atentado de Oslo perpetrado por una persona nada sospechosa de ser puesta en el bando de los otros, para aceptar lo que es obvio: las personas queremos vivir dignamente. Toda persona y toda comunidad tiene sus propios fantasmas a los que debe de hacer frente y mantener a raya, y a los fanáticos hay que combatirlos. Y, por supuesto, debemos proteger la democracia y el pensamiento democrático. Todo, no parcialmente. Y esto vale igual para una Pilar Rahola que para un salafista.
Ya es hora de construir un discurso (social y político) que nos ayude a comprender que todos tenemos algo de este otro que nos repele. Un discurso que acepte que el otro también está en nosotros.